Creo que no lo
conozco bien, pero me hace recordar y los recuerdos son buenos para la vida.
Aunque sean malos.
Recordar un olor,
recordar una puesta de sol, recordar una risa.
El problema viene
cuando te pasas el día recordando y no ves la vida a tu alrededor.
El papel cebolla
está cargado de recuerdos melancólicos.
A mí me parece que
el papel cebolla, a veces, te hace llorar.
El otro día vino un
hombre serio a mi casa cargado de papel cebolla.
Pedía dinero para poder
pagar la luz.
Y le di un poco de
papel moneda, pero en vez de alegrarse se puso a llorar.
Le dije que se
quitara todo el papel cebolla que llevaba encima y que lo tirara al contenedor.
Pero no me hizo
mucho caso, porque a la semana siguiente vino de nuevo envuelto en papel
cebolla.
Pedía dinero para
poder pagar el agua.
Pero esta vez yo no
le di papel moneda.
Y se puso a llorar
otra vez.
Mal asunto el papel
cebolla, pensé. Mal asunto.
Tomado del libro Piedra Papel Tijera de Esther Quevedo, Edición de Autor, Barcelona, 2012
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