martes, 26 de marzo de 2013

Papel de lija

Cuando nos cambiamos de casa, mis padres compraron papel de lija para pasarlo por la madera de las ventanas y así quitarle el barniz sucio que tenían.

De entrada me pareció un papel amable.
El que teníamos por casa era mudo de enfermedad.
A mí me dejaron una ventana y un trozo de papel.
Él se esforzaba por lijar bien. Yo me esforzaba por hacerlo bien.
Pero nos esforzamos tanto que mi padre se enfadó y me dio una bofetada.
Y tiró el papel de lija a la basura.

Tomado del libro Piedra Papel Tijera de Esther Quevedo, Edición de Autor, Barcelona, 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario